jueves, 31 de diciembre de 2009

Tú renuncias, él renuncia, ¡La política de vacaciones!

Alguien entendió mal. Y entre los que peor entendieron están J.A. Gómez y Pepe Auth.
Sobre todo Gómez, con su emplazamiento post-renuncia. ME-O nunca dijo que llamaría a votar por Frei si los presidentes renunciaban. Al menos, eso entendimos muchos.
Así que en ese sentido, las renuncias de Auth y Gómez tienen, al menos en el corto plazo, cero efecto práctico. Y en el largo, ¡vaya dios a saber! Porque si finalmente la renuncia de un mal presidente significa que asuma uno peor, el "resultado del ejercicio" es negativo. Pero eso, a la larga, lo dirá el tiempo, y seguramente lo dirá mucho después del 17 de enero.
Adicionalmente, el gesto carece de efecto incluso teatral porque de los 4 personajes, seguramente los más resistidos (hoy incluso por sus propias bases) son los mismos que se niegan a renunciar.
Pero lo importante para mi, que no soy simpatizante de la Concertación, precisamente (lo que no implica que le desconozca sus méritos, ¡y menos que sea simpatizante de la Alianza!) es el efecto sobre la política en general, y sobre todo sobre la calidad del debate.
Cuando Lavín comenzó a ser un "producto político" exitoso, se instaló en todas partes el rezo que dice que a la gente no le interesa la "Política", que lo que le interesan son sus preocupaciones particulares del día a día, los que debían ser atendidos por los políticos. Según esta visión, da lo mismo un partido u otro, da lo mismo una mesa directiva u otra, da lo mismo lo que se crea o piense, mientras las cosas "se hagan bien" y se resuelvan "los problemas reales de la gente".
Eso lleva implicito que la calidad de la política es indiferente mientras tengamos educación de calidad aceptable, salud aceptable, combate a la delincuencia, "más y mejores empleos", etc, etc.
O dicho de otra manera, la política es una actividad profesional reservada a una camarilla, de un lado y de otro. El hijo de vecino, el ciudadano de a pie, debe limitar su participación a votar cada cierto tiempo, mostrando así su enojo o agradecimiento porque (no) le solucionaron sus "problemas reales".
Esa idea de los políticos "profesionales" es la que llevó a que ME-O pudiera canalizar, con bastante éxito, su crítica a los partidos de la concertación y todos en general: son instituciones cerradas, poco inclusivas, que niegan el debate y preocupadas sólo del clientelismo y las cuotas de poder.
(No me digan que en la derecha no ocurre, porque apenas lleguen al gobierno se tendrán que repartir los cargos, y ya deben estar pensando qué palabra usar en reemplazo de "cuoteo")
Pero como en nuestro país la mayoría de los políticos son, aparte de tontos, bastante sordos, ayer mismo, post-renuncias, se lanzaron con dos declaraciones que son una muestra de la "cero comprensión de lectura" que los caracteriza.
Primero, Piñera. Interrogado sobre las renuncias de Auth y Gómez, contesta con el discurso perfectamente aprendido de Joaquín Lavín Infante: la política no importa, al electorado sólo le preocupan los "problemas reales de la gente".
No son sorpresivas esas declaraciones en el heredero de Lavín Infante. Lo que sí es sorpresivo es acto seguido aparezca Pizarro, viejo político DC, con unas declaraciones que dan la impresión de haber sido leídas del comunicado de Piñera: "a lo que aspiramos es a interpretar a una gran mayoría de chilenos que no está interesada, o no le importa mucho, lo que pase en los partidos".
Para estos señores, entonces, las críticas a los partidos que se han dejado escuchar todo este 2009 que acaba, ¿no existen? ¿fueron orquestadas por la CIA para desestabilizar un gobierno socialista en América Latina? ¿Son pataletas de "Marquito"?
Definitivamente, muchos de nuestros políticos, además de tontos, son muy, pero muy sordos.

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