martes, 15 de diciembre de 2009

El sistema binominal

En La Tercera de hoy, en su edición digital, aparece una columna de Ascanio Cavallo llamada "El fin de los díscolos", en la que hace un apología del sistema binominal.
Como nuestro sistema electoral es un tema que me preocupa profundamente, había pensado escribir algunas reflexiones al respecto apoyadas por números (principalmente, una comparación entre los resultados del domingo con ese sistema versus los que se habrían producido con mayorías simples). Pero en el sitio www.elecciones.gob.cl no existe un consolidado de datos, y no he tenido tiempo de copiar/pegar todos los números que se necesitan para esa tarea.
Sin embargo, me parece que la columna de Cavallo, al contener argumentos que han esgrimido históricamente los defensores del sistema merece una respuesta en detalle, máxime cuando en esta pasada la Concertación, beneficiada en algunos casos por el sistema, seguramente se guardará de criticarlo, tal como ha venido haciendo en estos 20 años la Alianza.
Cavallo se equivoca gravemente al equiparar desaparición con no-representación parlamentaria. Es cierto, como él señala, que todas las entidades formadas en el último tiempo al margen de la Concertación y la Alianza no obtuvieron representantes. Podemos concederle incluso que la votación de estas entidades haya sido minúscula, pequeñísima, irrisoria... Pero de ahí a significar que desaparezcan... Hoy, cuando el rio de las lealtades partidarias y electorales está completamente revuelto, un pescador inteligente y más carismático que Flores, Zaldivar y Navarro podría copar sus redes.
Luego, con un cinismo que enerva, Cavallo se pregunta si el binominal no se habrá fortalecido este domingo o, dicho de otra manera (y aquí el cinismo), ahora nadie se atreverá a atacarlo, porque a nadie le convendrá!!!!
Y se larga con tres objeciones al binominal que a partir de hoy, al menos en los análisis afiebrados de Carvallo, serán "más dudosos":
1. Según él, no es tan cierto que el sistema impida la renovación porque el domingo, de los diputados electos, un tercio es nuevo.
2. No es tan cierto, tampoco, que el sistema no sea competitivo. Cavallo no explica de dónde saca esa conclusión, y sólo se limita a señalar que la nominación (hecha entre 4 paredes por los partidos) es tan importante como la campaña (hecha para los electores, que son quienes debieran decidir).
3. Cavallo considera cierto que el sistema concentre los votos en las dos grandes coaliciones. Lo que no le parece malo, puesto que si lo fuera los electores habrían dejado de votar por las dos coaliciones (!!!!)
Veamos.
El punto 1 se refuta con el punto 2 del mismo Cavallo: El sistema sólo permite la renovación que los partidos determinen en la renovación. Si las directivas de los partidos determinan para la próxima elección que todos los candidatos van a la reelección, la renovación será 0% y Cavallo deberá retractarse de su primer argumento.
Respecto al punto 2, es efectivo que el sistema no es competitivo. Es más, el sistema elimina el debate. Como el mismo Cavallo reconoce, candidato nominado (por la Concertación o la Alianza) es casi automáticamente electo. Entonces, los candidatos no se van a desgastar en un debate serio y profundo que además puede llevarlos a reconocer lo que realmente son. Al revés, los candidatos se mimetizan, esconden lo que los diferencia tratando de captar "los votos del centro", y al final la elección parece una competencia de jingles y carteles.
Y sobre el punto 3, no hay mucho que decir. Hay mucha, muchísima gente, que no quiere ver "perdido" su voto, por lo que termina votando por el candidato "más cercano" a su tienda que tenga serias opciones de ganar. Esa lógica potencia, precisamente a los candidatos fuertes de las coaliciones fuertes. Sin contar además que en muchos casos, por presencia territorial, por recursos económicos, por disponer de los medios, no parecen haber muchas opciones.
Y por sobre lo anterior, ¿qué estímulo tendría hoy un potencial candidato a diputado si por más que se esfuerce y luche, por más que haga puerta a puerta y explique propuestas interesantes, puede quedarse en su casa mascando la derrota que le significa sacar ¡la segunda mayoría!?
A cualquier deportista le parecería, al menos insólito, que dependiendo de las circunstacias, el que llega segundo se lleva medalla de bronce, y el que llega tercero medalla de plata.
Podría finalizar refutando los argumentos históricos del binominal: que ayuda a mantener el orden social, que evita la polarización de las posturas, que ayuda a la gobernabilidad y a la paz social, etc. etc.
Pero la verdad es que como soy adulto, y supongo que mis lectores son adultos, no creo que valga la pena desgastarse con argumentos que asumen que los ciudadanos de este país somos niños en el kinder, o adolescentes en un carrete.

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