martes, 19 de enero de 2010

Política y Probidad

Portales, en una carta dirigida a un amigo, se quejaba que debía medirse con el tábaco por falta de dinero. Esto, después de haber sido ministro de tres carteras. Yo, que soy un fumador empedirno, no sé si habría sido capaz, como don Diego, de abstenerme de recurrir a algún contacto, en el gobierno o fuera de él, para procurarme al menos como préstamo el capital necesario para establecer alguna clase de negocio que me permitiera, sino vivir con lujos, al menos fumar tranquilamente.
Don Manuel Montt terminó sus días viviendo incómodo en su propia casa, porque debía arrendar algunas habitaciones para poder solventar los gastos de su familia.
Antonio Varas, mientras ejercía el cargo de ministro del Interior de Montt, no pudo cumplir con la recomendación médica de enviar a sus hijos al campo, simplemente porque no podía solventar las vacaciones de su familia.
En realidad, en la historia de Chile los ejemplos sobran. Hombres que, independientemente que compartamos su visión de la sociedad o su postura política, fueron un ejemplo de austeridad y de servicio público.
Y eso, en cierto modo, marcó nuestra tradición republicana. Pudieron los distintos presidentes en algún minuto cometer errores garrafales en términos políticos, estratégicos, en términos bélicos, económicos. Pero casi todos los presidentes salían del gobierno más pobres de lo que habían entrado.
Ahora, en cambio, veo el panorama un tanto distinto.
A comienzos del 2009, algunos afiebrados (que llegaron a marcar un 1%), proponen a Farkas de presidente.
Finalmente, el candidato electo resulta ser un empresario con un historial digno de película 'jolivudense'.
La historia de las tarjetas de crédito, la conversación para hundir a la Matthei (Piñeragate), el Banco de Talca, la campaña contra Hermógenes el 89... para qué agotarlos.
Según Alfredo Jocelyn-Holt, perdimos el pudor. Yo creo que es más grave que eso.
Porque se podría llegar al límite de la ingenuidad y pensar que esas prácticas quedaron en el pasado, y que efectivamente ahora tenemos a un Presidente Electo que cambió sus "métodos" y está listo para asumir una "nueva forma de gobernar".
Pero hay un pequeño detalle que enlaza los ejemplos de más arriba con lo que acabamos de señalar: los presidentes republicanos se fueron a sus casas más pobres de lo que llegaron.
En cambio este Presidente que tenemos recién electo, y que hizo un cantinflesco fideicomiso para sus acciones más pencas, hoy es más rico que hace un mes atrás.
Puedo tolerar muchas cosas. Puedo no asustarme con los fantasmas de la derecha-cuco-fascista que vendrá a perturbar nuestros sueños. Pero no puedo dejar de escandalizarme porque un especulador, que ve acrecentada en muchos millones su fortuna al otro día de la elección por no desligarse de sus negocios, es el Presidente Electo de Chile.
Portales, Montt y Varas (que incluso son íconos para la derecha) estarán hoy, seguramente, revolcándose en su tumba.

lunes, 18 de enero de 2010

Una posible causa de la derrota

Antes de dejar de ser oposición a la concertación y pasar a ser oposición a la alianza, me gustaría reflexionar sobre uno de los temas que a mi entender jugó un rol importante en la derrota de Frei este domingo.
La propuesta programática de Oceanos Azules (suerte de think tank vinculado a Frei) contenía elementos innovadores (para la concertación), que se basaba basicamente en un rol más importante para el Estado, reformas constitucionales, educación pública, reformas laborales y tributarias, y trabajar por una fuerte descentralización.
Sin embargo, ante las bajas cifras que marcaba el candidato en las encuestas (comparado con su rival, hoy Presidente Electo, pero sobre todo comparado con la actual mandataria), la estrategia fue reformulada. Oceanos Azules al tacho de la basura, y ofrecer más de lo mismo.
Patética muestra en el debate Anatel previo al 13D, donde Frei, consultado acerca de sus "nuevas" ideas para la mujer, post-Bashelé, contestó "seguir con lo mismo. Eso es lo nuevo, seguir con lo mismo".
No obstante, Frei no es Bachelet (quedó claro ayer, ¿cierto?) y esa estrategia, digitada también en parte por Velasco desde su notebook, terminó en un magro 29%.
Por el contrario, el candidato de la Alianza presenta un programa que parece tan continuista como el del mismo Frei, pero invocando sus mantras por todos conocidos. Alternancia, el cambio, la puerta giratoria, el fin de la fiesta de los narcos, fin de la corrupción.
Entre dos programas iguales y dos ánimos muy distintos (Frei que parecía "Dead man walking" y Piñera que andaba con la banda en la cartera), la gente terminó por elegir al empresario.
Y en la segunda vuelta, nuevamente un diágnostico errado.
Obviamente, los 6 puntos que le faltaban a Piñera no estaban en la derecha. Menos aún, en la izquierda. Estaban en "el centro". Y Piñera fue por esos votos, con la asesoría de Hinzpeter: son votantes que aprueban el gobierno, pero que están descontentos de la concertación. Es decir, muchos votantes de MEO.
Entonces, el lobo se disfrazó de oveja. Dejó en el hotel a los dirigentes históricos de la derecha, y salió al escenario a celebrar su triunfo en primera vuelta con un montón de desconocidos nacidos en los 80 y los 90. Y se cuidó de mantener esa imagen hasta el día de hoy.
¿Qué hace la concertación cuando ve que Piñera y "la derecha" se visten de ovejas para conquistar "el centro"? Una movida de ajedrez: polarizar el discurso para que "la derecha" parezca derecha, y no "bacheletistas-aliancistas".
Piñera, como si lloviera. Con una facilidad para esquivar los cuchillazos (hasta hoy, en que sus acciones suben como espuma, el tema de los negocios no le hace mella), siguió su paso triunfal hasta la Moneda.
Y la concertación persistía. Todo lo que dijeran o hicieran les salía mal. Y Piñera, como si lloviera.
Y ahí estuvo el problema. Frei terminó captando los votos de Arrate (era que no...) pero a costa de dejarle "el centro" libre a Piñera, que no lo pescó con su polarización.
Los votos de MEO de "el centro" que pudo captar, se fueron a darle el triunfo a la alianza. Y entre ellos deben haber ido muchos antiguos simpatizantes DC, esos que alcanzaron a escuchar hablar de la falange (con lo moderno de nuestro padrón electoral, no se puede esperar otra cosa) y que al final del día ven con más simpatía a Sebastian y Allamand que a Escalona y otros "upelientos".
Ahí perdió la concertación. Perdió cuando dejó de ser el conglomerado político que convocaba tanto a la izquierda (que veía avances en sus áreas de interés "en la medida de lo posible") como también a los moderados de "el centro", que en el fondo no aspiran a más que un país medianamente justo y en orden, con oportunidades para sus hijos, por los que se sacan la cresta día a día.

domingo, 17 de enero de 2010

Nuevos vientos... ¿qué clase de vientos?

Rosende, con mucha mayor dignidad que Alberto Cardemil en 1988 (mucho menos sudor y cifras no truchas) entregó el primer computo, con un poco más de 60% de mesas escrutadas, favorable a Sebastian Piñera.
Felicitaciones entonces a quienes votaron por él.
Pero no se le viene fácil al Presidente-Empresario.

Quizás no es hora de numerarlos, pero son muchos los factores que pueden transformarse en graves tropiezos para un gobierno de centro derecha. Esperemos, por el bien de Chile, que puedan sortearlos, sino con éxito, al menos causando el menos daño posible a nuestro país.

Por el lado de la concertación. Ufff.
Creo que nunca como en este momento adquirieron tanta validez las críticas de MEO durante la campaña, y eso exige que se haga un serio reestructuramiento de las cúpulas de los partidos y del funcionamiento de la Concertación en general. Suponiendo que mañana todavía quede concertación.
De momento, el intento de Latorre y Escalona de hacer un discurso, interrumpido por la gente presente en el comando, es una muestra de lo que "el pueblo llano de la concertación" está esperando para comenzar: las cabezas en una bandeja de plata, cual Salomé en las piernas del rey Herodes.

Sin embargo, mi preocupación de fondo no son los 4 jinetes del apocalipsis (que no creo, como muchos que trataron de asustarme, vengan cabalgando hacia Chilito), sino, como viejo zoon politikon, la calidad de la Política.
No me olvido que fue la derecha la que instaló el discurso de los "problemas reales de la gente", que significaba el fin de la política y la instauración de pura "buena gestión" basada en encuestas de "preocupaciones". Adimark averigua qué le preocupa a la gente, y el ingeniero Hinzpeter dice qué, cómo y cuándo hay que hablar. Esa lógica, asimilada por la concertación, y que en gran medida creo es parte importante de esta derrota, es la que elimina la discusión política e instaura la pura "buena gestión". Por eso nuestras elecciones, hace muchos años, vienen careciendo de ideas y son sólo un despliegue de marketing político.
Eso me preocupa. Que esa precariedad en la que vivimos hoy termine por convertirse en completa indigencia.
El resto de las preocupaciones... las iremos viendo en el camino.

miércoles, 13 de enero de 2010

Después del Nihilismo - Idea para una política del desencanto

Cien años antes de la caída del muro de Berlín y del término de los socialismos reales, Nietzsche se encargó de extender el certificado de defunción de dios y anunciar el nihilismo, que se apoderaría de Europa.
En ese contexto, los grandes relatos del siglo XX no eran más que paliativos que buscaba occidente para ignorar la muerte de dios y su consecuente nihilismo, su consecuente descreimiento en toda clase de valores trascendentes.
El marxismo, el comunismo, el nacionalsocialismo, el fascismo... todos intentos espúreos de reemplazar a ese dios que nos había dejado huérfanos, asustados e inermes, ya fuera con la clase, con la comunidad, con la raza, con el estado... todas palabras altisonantes que mientras más parecían abarcar y más fuerte querían sonar más delataban las carencias metafísicas de sus portavoces.
Porque claro, si un hombre no es capaz de levantarse, como pedía Nietzsche a sus aspirantes a súper hombre, y crear él sus propios valores, elevar él sus propios criterios de verdad y no verdad, construir él, a fin de cuentas, su propia realidad (basta con repasar "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral" y algunos capítulos de "La Voluntad de Poder"), entonces ese hombre estaría obligado a replegarse, a no ver la muerte de dios como una liberación de sí, y recurrir a sucedáneos que le ayudarán a no naufragar en un universo que no contenía ningún axis mundi, ningún eje rector, ningún en-sí perpetuo, inmutable, idéntico siempre a sí mismo, punto de referencia estable y perenne, cruz en el mapa, estrellita roja en mapcity.
Lamentablemente, con el fin de los socialismos reales, alguien se olió el triste final de las ideologías en cuanto referentes reemplazantes de dios. Pero en lugar de reivindicar la capacidad de los hombres, en cuanto individuos y en cuanto comunidad, de elevar sus propios criterios de verdad, dijo que ésta, si existía, la fijaba el mercado.
Y así llegó el paroxismo capitalista, y el paroxismo de su hermanastra, la democracia representativa. Un ciudadano, un voto. Mientras más votos obtienes, mayor es tu cuota de mercado. Y los que habían enarbolado por gran parte del siglo XX los grandes mitos convocadores, en lugar de jubilarse, se convirtieron en políticos pragmáticos, en dueños de pequeños feudos que administraban a través de una que otra gracia que hacían para la que la galeria les entregara a cambio unos cuantos votos, una cierta cuota de mercado.
Como era de esperarse, abusaron.
Creyeron que la muerte de los grandes relatos del siglo XX implicaba la ausencia total de un miserable esbozo de idea, y en lugar de transformar revoluciones grandilocuentes en propuestas serias, pensaron que éstas últimas también habían jubilado y bastaba con reemplazarlas por ofertazos.
Efectivamente, hoy no tiene sentido hablar de una revolución que engendre un hombre nuevo, o una nueva patria. Pero eso no significa conformarse con "bonos marzo" o "maz ezta'o". La ausencia de grandes relatos, arrastrados por el nihilismo, no significa ciudadanos hipnotizados por Yingo que sólo esperan una orden para hacer una fila y marcar una raya.
Esa mezcla de muerte de grandes ideales y banalización de la política termina generando a los desencantados, entre los que me cuento.
¿Qué nos queda entonces a nosotros por hacer en política?
La solución más fácil sería mandar todo a la mierda y rumiar nuestro desencanto en forma de gruñidos al televisor mientras vemos los noticieros.
O buscar el espacio en el que podamos meter una mano, quizás apenas un dedo, y podamos decir lo que pensamos, lo que soñamos, ya no para ese "hombre nuevo" que no llegará, sino simplemente para nuestros hijos.
Puede que aparezca ese espacio pequeñito, puede que no. Puede que incluso tengamos suerte y aparezca alguien en quien creamos escuchar lo que nosotros mismos diríamos. Y podemos trabajar por esas ideas, por esos sueños que se parecen tanto a los nuestros. Pero sin un criterio único de verdad. Porque al estar ausentes los grandes relatos, al estar ausente dios padre todopoderoso, sólo quedan nuestras interpretaciones del mundo, que pueden parecerse mas nunca coincidir exactamente. Y es ese diferencial, eso que el otro-parecido-a-mí hizo y que yo no habría hecho, eso que el otro-parecido-a-mí no hizo y que yo no habría dudado en hacer, lo que debemos tratar sino con simpatía, al menos con indulgencia. Puesto que los grandes juicios condenatorios en la plaza pública sólo pueden tener cabida cuando se tiene a mano un criterio único de verdad. Ese mismo que hoy ya no existe.
Cada uno sabrá hasta tolera el margen de diferencia. Cada uno sabrá qué porcentaje puede llegar a tolerar. Y por lo tanto, cada uno sabrá quién es hoy su aliado y quien está hoy en otro bando. Pero cada uno debe saber que el único derecho que no tiene es el de esperar de los otros lo que nosotros haríamos.

MEO NO apoya a Frei --o el valor del lenguaje en política

Siempre me ha preocupado el lenguaje. Siempre me han llamado la atención esas personas (escritores, personajes públicos, políticos, comentaristas) que son capaces de construir una frase casi perfecta que no deja lugar a ninguna interpretación. O al revés, esas frases mágicas que esconden mil interpretaciones y que pueden congregar a cientos de académicos a discutir durante mil años qué quiso decir fulano de tal con un graffiti ininteligible.
Los políticos chilenos (no conozco a los de otras latitudes) son expertos en ese segundo tipo de declaraciones. No por poesía, claro está, sino por el viejo arte de "sacarle el poto a la jeringa". Basta recordar pasajes celebres de los debates presidenciales, donde dicen "No" aparentando no poder estar más de acuerdo, o dicen "Sí" detrás de un millón de negativas.
Las declaraciones de MEO hoy en el Congreso no puedo catalogarlas aún, porque fue un poquitín más largo que las cuñas televisivas a las que nos tienen acostumbrados los editores periodísticos, y porque la cantidad de tópicos aludidos también supera a la que nos tienen acostumbrados los políticos chilenos, quienes habitualmente sólo pueden tratar uno o dos temas a la vez.
Pero en resumen, MEO se paseó por sus lugares comunes: criticó la calidad de la democracia partidista, destacó que fue presidente de Chile por unos días (en un régimen presidencialista como el nuestro, ¿quién impone la agenda legislativa? El presidente, no un ex-candidato, por muy diputado que sea), y repitió lo que venía diciendo hasta el 13D: sería oposición constructiva pero combativa de cualquiera que resultara electo.
Hasta ahí, sus electores más radicales deben haber estado satisfechos. Marco seguía apareciendo con sus críticas a la derecha y a la cúpula de los partidos de la concertación.
Pero vino la novedad del día, que tampoco era tanta, pues venía siendo anunciada por los medios (y por los miedos) desde el lunes: su voto el 17E a la candidatura del 29%.
En twitter y comentarios a noticiarios en línea he visto de todo: Piñeristas eufóricos que aseguran que con esto su candidato gana al quedar demostrado que MEO era sólo uno más del montón; Freistas saltando en una pata porque creen que el 1,8% que indicaba la MORI de separación ya se convertía en nada; partidarios de Marco asustados por la derecha que declaran que lo seguirán y votarán por Frei; y partidarios más radicales de MEO que acusan decepción, desilución, venta de ideales, traición, y otros dulces epítetos.
Pero si las palabras tienen algún valor en política, y no sólo en política, hay que darse la lata (a veces lamentablemente) de leer con cuidado, de escuchar con atención, y tratar de descubrir por qué una coma está después y no antes, por qué un punto es seguido y no aparte, por qué una palabra tiene tilde en la última sílaba y no en la penúltima (maravillosa distinción que con una pequeña manchita puede poner a una palabra en el ayer, en el hoy o en el mañana).
Lo que Marco señaló es lo mismo de siempre, y todas las veces que mencionó por su nombre al candidato de la Concertación de partidos por la democracia, fue para denostarlo y, peor para él, ponerlo al mismo nivel que su contendor.
¿En qué forma se produce entonces el apoyo a su candidatura? Aludiendo a sus simpatías por el "pueblo llano concertacionista" y a la historia común. Nada más. No habló de simpatías con el candidato, ni siquiera le hizo un mínimo guiño que éste pudiese poner en la franja o que pueda citar con un mínimo de decoro y orgullo.
Marco sólo dijo que en este momento histórico, está en contra de la derecha y eso lo lleva a acompañar al 29% de los electores, no a su candidato.
Esto puede tener dos lecturas: la poética y altruista, o la política estratégica.
La poética y altruista dice que cuando te reconoces miembro de una comunidad, con lazos que trascienden ciertas coyunturas momentáneas, tienes todo el derecho y el deber de criticarlo e insultarlo si quieres, pero a la hora de los quiubos, los abrazas y sufres "la peste" con ellos ("Simpatía" le llamaba Jean Tarrou, a propósito de los 50 años de la muerte de Albert Camus).
La política estratégica dice que el electorado que le interesa seducir a Marco, con vistas al 2014, es precisamente el electorado concertacionista. Con este guiño, declarándoles a ellos y no a su candidato su simpatía, seguramente pretenderá empezar a encabezar las encuestas con miras al 2014.
¿Traición? ¿Inconsecuencia? Creo que no. Creo que los mismos que lo aplaudían rabiosamente en sus últimas intervenciones públicas no escucharon cuando, después de apalear a los dirigentes de la concertación declaraba su pertenencia a ese "pueblo llano de la concertación" al que hoy decide acompañar.
Quizás lo más reprochable, si la motivación de estas declaraciones son las político-estratégicas que mencionamos, sea que Marco, haciendo uso de viejas prácticas políticas, sintiera como cautivo ese 20% que lo apoyó, y le diera la espalda a gran parte de ellos para buscar al otro 29%. Eso es lo mismo que hacen los políticos tradicionales de izquierda y derecha: ignorar a sus electores tradicionales ("total, estos giles si no votan por nosotros no votan por nadie") para salir a buscar los votos que les faltan y así completar el preciado 50+1.

lunes, 11 de enero de 2010

Por qué voto NULO

La reacción de muchos cuyo candidato no pasó a segunda vuelta fue señalar que votarían nulo.
Obviamente, cuando alguien decide sustraerse a una elección ya no es mucho más lo que puede opinar, por lo que dicha opción tiende a autosilenciarse rapidamente. Y hace que se escuche más fuerte aún el otro discurso que ha surgido en estos días: votar nulo es votar por Piñera, o dicho de otra forma por Rodrigo Medel en La Tercera (¿para no pelearse con los piñeristas por lo frontal?), "El voto nulo no existe".
Por lo tanto, el voto nulo ha quedado desvalorizado frente a la opción de un voto útil o estratégico, que impediría el arribo al poder del archirrival, del Señor Oscuro. O, buscando un argumento salomónico, el voto nulo queda descalificado por no ser justo, por castigar más una opción en lugar de otra (columna de Medel y algunos twitter de hoy de Fernando Paulsen).
Partamos por el final.
El razonamiento de Medel se reduce a que, si en términos matemáticos proyectamos las votaciones de Piñera y Frei al 100%, uno queda con un 60% y el otro con un 40%. El voto nulo entonces sería un castigo mayor para Frei que para Piñera.
Dicho argumento reconoce un inmovilismo de los electores que personalmente me molesta: las votaciones de Frei y Piñera en primera vuelta se mantendrán consistentes, y nadie que haya votado por uno u otro cambiará su preferencia el 17E. Pero si se quiere asumir un inmovilismo de los electores, ¿por qué no asumir entonces otro inmovilismo? A saber: históricamente, los votantes de la izquierda ex-extra-parlamentaria han votado por el candidato de la concertación en segunda vuelta; y a eso se suma que el díscolo candidato ha insistido en su nula posibilidad de apoyo a Piñera.
Efectivamente, Sr. Medel, en el mundo abstracto de los números, un voto nulo puede significar un rechazo mayor a Frei que a Piñera, si y sólo si todos los votantes de Arrate y MEO votarán nulo. En cambio, en el crudo mundo de la política y realizada la repartija de adhesiones post-13D, la proporción de castigo para ambas candidaturas tiende a emparejarse. Entonces, si bien no podemos decir que el voto nulo castigue exactamente en un 50% a cada uno de los candidatos, sí podemos decir que el porcentaje tenderá a ser similar.
El otro argumento de descalificación del voto nulo es la tentación del voto útil o estratégico.
Señora, Señor, vote por el candidato X para que no gane el candidato Y (Su versión más ruidosa viene del mundo de la concertación, llamando a votar por Frei para que no gobierne la derecha, pero también lo he leído en muchos blogs, comentarios y twitter por el otro lado: vote Piñera para que no siga la "corruptación", u otros epítetos similares).
La realidad política nos hace preveer que cualquiera de los dos candidatos, en caso de resultar electo, se presentará a sí mismo como un triunfador, y no como el portavoz del castigo hacia su rival.
Es decir, ambos gobernarán con la ilusión que sus ideas (si es que las tienen) captaron más adhesiones que el contrario.
¿Qué pasa entonces con quienes no creían en las propuestas (o ausencia de éstas) de un candidato y votaron por él para evitar al rival? ¿Podrán ir al día siguiente a la Moneda a exigir algo de su electo presidente? Ciertamente, no.
De hecho, hagamos un ejercicio falaz pero que sirve para graficar lo anterior: Frei mantiene su 29% de "adhesión", pero gana la presidencia. ¿Cómo? Sumando un 22% de voto castigo a la derecha. ¿Cómo podría Frei hacerse cargo de ese 22% de electores? ¿Cómo podría representarlos? ¿Cómo podría decir desde el balcón de la Moneda, que escuchó el mensaje de ese 22%? No tiene forma de hacerlo. Pero mucho más grave aún: ¿qué validez tiene su votación total? ¿podremos considerar que su programa de gobierno para los próximos 4 años ha sido aprobado por la ciudadanía? De ninguna manera, puesto que los electores ni siquiera lo estarían prefiriendo a él por sus ideas, por sus propuestas, ni siquiera por ser el "mal menor" (expresión de por sí bastante chocante en una elección presidencial). ¡Lo estarían votando por ser el no-otro!
Y con el candidato de la Coalición ocurre exactamente lo mismo: ¿cuánto de su votación en primera vuelta no habrá sido precisamente de castigo a la concertación? o, dicho a la manera concertacionista, ¿cuántos derechistas que no quieren a Piñera habrán votado por él por ser "el mal menor"?
Si ese es el fundamento de nuestras elecciones, nuestra democracia entonces se habría convertido sencillamente en una vergüenza. Y conste que no estoy pidiendo un candidato que me represente al 100% (que creo no existe), sino un mínimo de ideas que provoquen en mí al menos un mínimo de entusiasmo por votar a favor de él.
A eso se suma la solución de Paulsen de hoy expresada en twitter: si te da lo mismo quien gobierne, tira una moneda dentro de la urna y vota por uno de los dos, igualando así las posibilidades.
Esta "cantinflesca" solución podría ser válida para alguien a quien efectivamente le da lo mismo quién gobierne. Pero, ¿qué ocurre con aquellos a quienes no nos da lo mismo quién gobierne Chile?
A partir de todo lo anterior, resumo entonces mis razones por la que votaré NULO el próximo domingo:
1. En primer lugar, no me siento convocado por el proyecto político de ninguno de los dos bandos.
2. Ambos candidatos me merecen severos reparos, que a diferencia de los de Patricio Navia, no se desvanecen con una garantía que parece mensaje de twitter.
3. Ambas coaliciones han mantenido la política alejada de la ciudadanía gracias al binominal, y en vista de los resultados de la última elección, ninguno de los dos bloques se esforzará por suprimirlo (basta preguntarle a Fulvio Rossi y Pepe Auth).
4. Ninguna de las dos coaliciones representa el sueño de un país nuevo que enfrente los desafíos pendientes y los que traerán los próximos 100 años de nuestra existencia.
5. No voy a avalar a ninguno de los dos en su sensación de triunfo después del 17E. Mi voto no es por el "mal menor".
6. No me preocupa que mi voto de castigo sea matemáticamente injusto. Primero porque de acuerdo a lo ya señalado, la proporción de inequidad del castigo tenderá a desaparecer, y segundo porque mi castigo, en este caso, es hacia un sistema anti-participativo más que a las personas de los candidatos (que también me merecen reparos, como ya dije).
Por todas esas razones, votaré NULO este domingo.
Creo que con más tranquilidad de conciencia con la que alguien votará por Frei contra "la derecha facha" o con la que alguien votará por Piñera para "desalojar a la corruptación".

miércoles, 6 de enero de 2010

Carta abierta a Patricio Navia

Estimado Patricio:
Ayer leí tu columna indicando las razones por las que considerabas válido que un Concertacionista desilusionado votara por Piñera el próximo 17 de enero.
Casi en paralelo, leía por Twitter mensajes variopintos indicando que eras un chaquetero, que te habías dado una voltereta, que eras un traidor, y muchas otras cosas que también habrás leído.
Por un minuto pensé que era la típica falta de comprensión de lectura que campea en nuestro país, puesto que yo leía como un diagnóstico lo que otros, según yo, leían como una declaración de voto. Pero después de escribir un par de twitts defendiendo tu derecho, y el de cualquiera, a cambiar de opinión ante lo que se considere como "evidencia razonable", un contacto me indicó la página de El Mercurio donde encontraría la "declaración de voto".
Oh sorpresa.
Sorpresa no por haber leído que votarás por Piñera, puesto que te reconozco el derecho a votar libremente por cualquiera de los dos candidatos o nulo o en blanco, o por Walt Disney si prefieres el próximo 17 de enero.
Sorpresa porque entiendo que un cientista político, alguien que se dedica y vive del análisis de la realidad política, algo debiera entender del tejemaneje de los partidos, las campañas y las personas mismas de los políticos.
En ese sentido, no sé si atribuir a ceguera, torpeza o ingenuidad el que hayas tan candidamente expresado tu simpatía por el candidato de la Alianza a través de un correo electrónico. Porque habiendo visto la forma en que ambos candidatos han estado peleando el 20% de MEO, era de esperar, era lógico, era perfectamente previsible hasta por un Sebastian Bowen o una Marcela Sabat, que cualquiera de los dos que hubiese recibido el correo lo filtraría "ipso flatus" (Papelucho) a la prensa.
Imperdonable la torpeza, la ingenuidad o la ceguera conociendo además el historial personal del destinatario del correo electrónico: Juan Andrés Richards y Evelyn Matthei podrían haberte recomendado que no lo enviaras. ¡Lástima que Ricardo Claro no ande penando por tu casa para que hubiese evitado que tu dedo hiciera clic en el botón "Enviar"! (¿o Send? con tanto bilingüismo cursi en los correos me queda la duda)
En ese escenario, yo me estaría replanteando seriamente mi voto, considerando que el candidato a quien acababas de entregar explicitamente tu confianza ("Yo y millones de chilenos te estamos dando nuestra confianza") se pasó dicha confianza por muy buena parte. Quizás te habrían criticado una voltereta más, pero esta segunda voltereta se basaría precisamente en que quedaba sin fundamento la llamada "primera voltereta". Me explico:
En el correo a SP del 28 de diciembre (¿no era broma de inocentes, cierto?) le planteas 3 aprehensiones que te impiden a votar por él:
1. La derecha pinochetista, 2. El elitismo, 3. El conflicto de intereses
Probablemente, viniendo del mundo concertacionista, no serán esas 3 las únicas aprehensiones, pero si seguramente las más importantes.
¿Y cuál es la argumentación del candidato de la Alianza para derribar una a una, con una solidez digna de un maestro de retórica griego, todas tus aprehensiones? "Leí tus tres aprensiones (sic) y te puedo garantizar que no debes temer a ninguna".
¿Eso es todo? ¡Sí! ¡Eso es todo! Un simple "Relájate y confía", que es lo mismo que le dirían los tipos de 18 a sus pololas vírgenes de 16.
Es decir, ninguna argumentación. Ninguna "evidencia razonable". Ningún raciocinio. Ningún encadenamiento lógico de hechos y/o premisas que permitan concluir que no debes temer a tus aprehensiones, Patricio. Es decir, pura confianza. Confianza que al día siguiente el propio candidato se encarga de hacer pedazos filtrando (o permitiendo que filtren, que es lo mismo) el dichoso correo a la prensa.
Si esto no es un tongo y no hay por ahí, en algún rincón, algún otro correo con las verdaderas argumentaciones habituales entre gente inteligente, entonces, Patricio, estás en tu derecho a volver a cambiar de opinión por haber visto violada la confianza que, tan candidamente, era el único argumento del que te aferrabas para votar por Piñera.
Eso sería fidelidad. No a una coalición, no a un candidato, sino exclusivamente al único argumento que hasta ahora has mostrado tener: la confianza basada en una declaración de menos de 140 caracteres. Twitt!!
¡Suerte!