miércoles, 13 de enero de 2010

MEO NO apoya a Frei --o el valor del lenguaje en política

Siempre me ha preocupado el lenguaje. Siempre me han llamado la atención esas personas (escritores, personajes públicos, políticos, comentaristas) que son capaces de construir una frase casi perfecta que no deja lugar a ninguna interpretación. O al revés, esas frases mágicas que esconden mil interpretaciones y que pueden congregar a cientos de académicos a discutir durante mil años qué quiso decir fulano de tal con un graffiti ininteligible.
Los políticos chilenos (no conozco a los de otras latitudes) son expertos en ese segundo tipo de declaraciones. No por poesía, claro está, sino por el viejo arte de "sacarle el poto a la jeringa". Basta recordar pasajes celebres de los debates presidenciales, donde dicen "No" aparentando no poder estar más de acuerdo, o dicen "Sí" detrás de un millón de negativas.
Las declaraciones de MEO hoy en el Congreso no puedo catalogarlas aún, porque fue un poquitín más largo que las cuñas televisivas a las que nos tienen acostumbrados los editores periodísticos, y porque la cantidad de tópicos aludidos también supera a la que nos tienen acostumbrados los políticos chilenos, quienes habitualmente sólo pueden tratar uno o dos temas a la vez.
Pero en resumen, MEO se paseó por sus lugares comunes: criticó la calidad de la democracia partidista, destacó que fue presidente de Chile por unos días (en un régimen presidencialista como el nuestro, ¿quién impone la agenda legislativa? El presidente, no un ex-candidato, por muy diputado que sea), y repitió lo que venía diciendo hasta el 13D: sería oposición constructiva pero combativa de cualquiera que resultara electo.
Hasta ahí, sus electores más radicales deben haber estado satisfechos. Marco seguía apareciendo con sus críticas a la derecha y a la cúpula de los partidos de la concertación.
Pero vino la novedad del día, que tampoco era tanta, pues venía siendo anunciada por los medios (y por los miedos) desde el lunes: su voto el 17E a la candidatura del 29%.
En twitter y comentarios a noticiarios en línea he visto de todo: Piñeristas eufóricos que aseguran que con esto su candidato gana al quedar demostrado que MEO era sólo uno más del montón; Freistas saltando en una pata porque creen que el 1,8% que indicaba la MORI de separación ya se convertía en nada; partidarios de Marco asustados por la derecha que declaran que lo seguirán y votarán por Frei; y partidarios más radicales de MEO que acusan decepción, desilución, venta de ideales, traición, y otros dulces epítetos.
Pero si las palabras tienen algún valor en política, y no sólo en política, hay que darse la lata (a veces lamentablemente) de leer con cuidado, de escuchar con atención, y tratar de descubrir por qué una coma está después y no antes, por qué un punto es seguido y no aparte, por qué una palabra tiene tilde en la última sílaba y no en la penúltima (maravillosa distinción que con una pequeña manchita puede poner a una palabra en el ayer, en el hoy o en el mañana).
Lo que Marco señaló es lo mismo de siempre, y todas las veces que mencionó por su nombre al candidato de la Concertación de partidos por la democracia, fue para denostarlo y, peor para él, ponerlo al mismo nivel que su contendor.
¿En qué forma se produce entonces el apoyo a su candidatura? Aludiendo a sus simpatías por el "pueblo llano concertacionista" y a la historia común. Nada más. No habló de simpatías con el candidato, ni siquiera le hizo un mínimo guiño que éste pudiese poner en la franja o que pueda citar con un mínimo de decoro y orgullo.
Marco sólo dijo que en este momento histórico, está en contra de la derecha y eso lo lleva a acompañar al 29% de los electores, no a su candidato.
Esto puede tener dos lecturas: la poética y altruista, o la política estratégica.
La poética y altruista dice que cuando te reconoces miembro de una comunidad, con lazos que trascienden ciertas coyunturas momentáneas, tienes todo el derecho y el deber de criticarlo e insultarlo si quieres, pero a la hora de los quiubos, los abrazas y sufres "la peste" con ellos ("Simpatía" le llamaba Jean Tarrou, a propósito de los 50 años de la muerte de Albert Camus).
La política estratégica dice que el electorado que le interesa seducir a Marco, con vistas al 2014, es precisamente el electorado concertacionista. Con este guiño, declarándoles a ellos y no a su candidato su simpatía, seguramente pretenderá empezar a encabezar las encuestas con miras al 2014.
¿Traición? ¿Inconsecuencia? Creo que no. Creo que los mismos que lo aplaudían rabiosamente en sus últimas intervenciones públicas no escucharon cuando, después de apalear a los dirigentes de la concertación declaraba su pertenencia a ese "pueblo llano de la concertación" al que hoy decide acompañar.
Quizás lo más reprochable, si la motivación de estas declaraciones son las político-estratégicas que mencionamos, sea que Marco, haciendo uso de viejas prácticas políticas, sintiera como cautivo ese 20% que lo apoyó, y le diera la espalda a gran parte de ellos para buscar al otro 29%. Eso es lo mismo que hacen los políticos tradicionales de izquierda y derecha: ignorar a sus electores tradicionales ("total, estos giles si no votan por nosotros no votan por nadie") para salir a buscar los votos que les faltan y así completar el preciado 50+1.

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