lunes, 16 de noviembre de 2009

Recta final

Desde el retorno de la democracia, el discurso político ha estado supeditado a la "urgencia" televisiva: cualquier personero, funcionario o candidato debe decir la frase exacta que dure 5 segundos para poder aparecer en pantalla. Si alguien se toma 5 o 10 minutos para sintetizar una propuesta (entiendo que ese tiempo es insuficiente para detallarla inteligentemente) y no es capaz de "entregar" a las cámaras esos 5 segundos-resumen, simplemente no aparece en pantalla. Lo que hoy por hoy, es la muerte política.
No es necesario ser experto en comunicación saber que en ese tiempo no hay ninguna posibilidad de exponer planteamientos, críticas serias, debatir profundamente.
Y los políticos han tenido la patudez de quejarse de aquello.
Los debates televisados pretenden subsanar esto en alguna medida, y darle espacios a los candidatos para explayarse con un poco más de tiempo. Así, de los 5 segundos pasamos a 1 minuto o 1 minuto y medio para contestar una pregunta. Pregunta que muchas veces es interesada, predecible o mal intencionada (en el sentido que buscar "poner en aprietos" al candidato, meterle el dedo en alguna llaga).
Sin embargo, ese tiempo generalmente se ve desperdiciado, muchas veces con alusiones a los otros candidatos.
La franja televisiva debiera hacer otro aporte similar. En el caso presidencial, el tiempo se ve astronómicamente aumentado a ¡5 minutos! Por dios, la de cosas que se pueden decir en 5 minutos.
Y sin embargo... Sin embargo, en general el tiempo es aprovechado en hacer algo parecido a un comercial de televisión, pero de peor calidad.
Mucha apelación a los sentimientos, mucha repetición de las mismas 2 o 3 frases que ya les hemos escuchado hasta la saciedad en cuñas televisivas, y pocas, pero muy pocas nueces.

¿Dónde está la causa de esto?
En general, creo que los políticos chilenos le tienen pánico a la "Política". Les encanta la chimuchina, la pelea chica, la discusión de conventillo (con todo el respeto que me merecen los pocos tristemente hermosos que van quedando); pero rehuyen los temas importantes, los que hacen eso que alguien por ahí llamaba "Gran Política". Profundizar en esto da para un texto aparte, así que de muestra, un solo botón: los problemas de DDHH, y en general todo lo que tiene que ver con el pasado se deja a un lado, se aparta, o se envía a los tribunales de justicia.
Por otro lado, descontando ese miedo a lo Político, está el secuestro de la democracia por parte de la Concertación y la Alianza gracias al sistema binominal. Ambos han administrado el poder estos últimos años, y ambos han mantenido sus cuotas de electores. Lo que queda por pelear entonces es un electorado "indeciso", un 20% aproximado, que en realidad nadie conoce, y que tampoco nadie quiere conocer, y que por comodidad todos identifican con "el centro".
¿Pueden entonces Frei o Piñera salir en TV con propuestas "duras" de sus sectores?
Como lo que está en juego es el sillón de O'higgins, mejor no correr riesgos, y las propuestas desaparecen para dar paso a las promesas vagas. Y mientras más vagas, mejor. O, más triste aún, ofertazos. Porque claro, ¡a quién no le gusta que le regalen cosas! (desde bonos hasta educación "de calidad" gratuita)

Y digo "Frei o Piñera" porque siendo realistas, Arrate no tiene nada que perder, porque en realidad no tiene nada que ganar (gracias, I.F.), excepto un par de puntos adicionales para hacer más entretenida la negociación para la segunda vuelta. Y eso le permite explayarse un poco más, y darle más contenido y sustancia a su discurso.
Por el lado de MEO, no me queda claro: puede percibir como ganancia cualquier cosa sobre el 0% con que partió en esta carrera, o puede comenzar a sacar la calculadora pensando que pasa a segunda vuelta y compite con Piñera, teniendo serias opciones de terciarse la banda. Y en ese último caso, lo más probable es que cambie la palabra "sueño" por "promesa".

No hay comentarios:

Publicar un comentario