miércoles, 11 de noviembre de 2009

El día después de la CEP

Antes de cualquier consideración, hay que anotar dos cosas: Primero, como dicen los perdedores, las encuestas son sólo una fotografía del momento. Segundo, este país se mueve a una velocidad tan exasperantemente lenta, que la foto final nunca sale muy corrida.
Ahora bien, entre tanto número, ¿qué podemos sacar en limpio?

Los medios destacan el alza "estadísticamente significativa" de Arrate. En realidad, no hay nada que destacar: Arrate está llegando a las cifras que tradicionalmente ha manejado la izquierda extraparlamentaria en las elecciones presidenciales. Nada más. El problema es que en encuestas anteriores no se notaba porque aparecía Navarro levantando algunos votos.
MEO debe estar sacando cuentas alegres por un lado, y haciéndose el harakiri por otro: crece y crece (basta con mirar el gráfico). Pero el ritmo al que lo hace seguramente no le permitirá llegar segundo en diciembre. Lo más triste para él, es que si logrará pasar a segunda vuelta sería, según la CEP, mucho más competitivo que Frei frente a Piñera.
Destacable es el hecho de su valoración personal. Sigue en alza, y la gente pareciera creerle más a él que a los otros candidatos, y sin embargo, la intención de voto en su favor no refleja ese aprecio. Al parecer, muchos creen que "no da el ancho".
Frei sigue en caída libre. Alguien podría bromear diciendo que menos mal que las elecciones no son en junio de 2010, porque entonces sacaría menos votos que Arrate. La verdad es que eso no ocurrirá, por las razones que expondremos al final.
Y Piñera... con su lógica de empresario, debe estar preocupado en el fondo: si bien gana en primera y en segunda vuelta, no debe ser muy gratificante para él ver sus acciones bajando día a día. Probablemente (no es seguro) sea el próximo Presidente de Chile, pero no será un triunfo por paliza, como pretendían a principios de este año.

¿Y en el fondo?
En el fondo, la CEP muestra que los dos candidatos mayoritarios hoy sólo se mantienen en pie por el "electorado duro" de sus respectivos sectores, que se quedaría huérfano en caso de no apoyarlo (¿por quién podría votar alguien de derecha, que históricamente ha votado por Pinochet, por Büchi, por Alessandri, por José Piñera, por Lavín, sino es por Sebastián? ¿por quién votaría un DC tradicional si no es por Frei? ¿por quién votaría un PS si no es por Frei, a menos que quiera arriesgar un cachamal de Escalona?)

Son los simpatizantes de siempre (que no militantes, porque la tasa de militancia en Chile es irrisoria), que votan por el candidato que les pone el partido y que no tienen tiempo/ganas/capacidad de sentarse un rato a pensar. Son esos votos los que mantendrán a Frei en torno al 30% y evitarán su aterrizaje forzoso (o desplome vergonzoso).

¿Y MEO? Es díficil pensar que un 19% de intención de voto sea sólo fruto del desencanto. Si alguien está desencantado con la Concertación o con la Alianza (Coalición que le dicen ahora, para que Flores y Schaulsohn -o como se escriba- no se sientan tan abochornados) aparece en el famoso "NS/NR", para finalmente terminar en la urna votando por su sector de siempre. A menos que alguien logré re-encantar ese desencanto. Y eso es lo que al parecer MEO estaría consiguiendo.

El día después de la CEP le deja varias tareas a los candidatos:
A los dos candidatos mayoritarios, darse cuenta que con el mismo discurso de estos últimos 20 años, no seducen. Que con ideas viejas, aunque las pongan en odres nuevos, no despertarán el entusiasmo de quienes anhelamos un nuevo país.
A Piñera, darse cuenta que su estrategia de los últimos meses lo ha llevado a una verborrea inconsistente que sólo le asegura los insuficientes votos de su sector.
A Frei, reflexionar largamente sobre el gesto en su nariz. Con esa actitud de esquizofrénico que se enoja por "exceso de farándula" y termina haciendo ese gesto de escolar no atrae ningún otro voto que no sea el de los concertacionistas a quienes MEO no convence. Y termina por demostrar que es sólo un títere de sus asesores. ("Eduardo, riete... Eduardo, ponte serio... Eduardo, bromea... Eduardo, Eduardo, Eduardo...")
A MEO, demostrar que lo suyo no es sólo la rabieta de un adolescente, y que sí es posible soñar, y -más importante aún- es posible gobernar con sueños.
Y a Arrate, comprar una botella de champaña por si en una de esas -quizás, puede ser, may be, tal vez y sólo tal vez- obtenga más votos que Gladys Marín el 99.

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